Pensamientos de un Pintor Cagueño
Por Alejandro De Jesús - 2007
En el año 1954, mientras estudiaba en Ia Escuela Elemental Gerardo Sellés Solá las maestras me presentaron al pintor cagueño Victor Torres Lizardi quien fue la persona que verdaderamente me enseñó a dar los primeros pasos importantes en eI dibujo y Ia pintura. Aprendí a trabajar con carbón, tempera y OIeo. Me gustaba mucho ir aI estudio de Don Victor los sábados. Me acuerdo que él enseñaba detrás de Ia alcaldía en Ia calle Padial y tenía su estudio en Ia calle Corchado aI lado de donde era la agencia de pasajes Trans Globe Tickets. Siempre guardo gratos recuerdos de esos tiempos. El olor y la textura de Ia goma de borrar, el atomizador para fijar dibujos al carbón y los colores al óleo siempre traen a mi mente esos momentos de felicidad con Don Victor.
Antes de mis estudios universitarios tuve Ia suerte de tener buenas experiencias que me han servido de estímulo en mi trayectoria artística. Viví en Nueva York a solo dos cuadras del Art Student’s League, donde tuve la oportunidad de estar en una charla y demostración de Robert Beverly Hale. Este me impresionó sobremanera con sus estudios de la figura humana. Visitaba las galerías y los museos de Nueva York a menudo y me quedaba disfrutando las pinturas que me gustaban por largo rato. Años después, cuando regresé a Puerto Rico seguí eI hábito de visitar museos, galerías y otros sitios donde exhibían obras de arte. Enseguida conocí artistas de Caguas y otros pueblos a quienes visitaba regularmente en sus estudios para platicar sobre arte.
Me considero un artista autodidacta, figurativo con cierta tendencia al realismo. Pinto todo lo que me rodea pero prefiero las personas. Me gusta dibujar o pintar todo aquello que guarde elementos opuestos y fuertes. Los temas de mis pinturas en realidad son excusas para expresarme libremente en el lenguage plástico. En este lenguage busco el drama que provocan el claroscuro con los contrastes de colores. Ese drama me sirve de medio para Iograr un estado de ánimo donde me desligo de lo material y entro en una empatía con Ia obra. Los niños se desligan muy a menudo de una manera natural pero los adultos nos olvidamos de ello con los años y nos dedicamos a las cosas prácticas, como hacer dinero y acumular comodidades. Es dificil explicar el arte pues es una vivencia. Una vivencia muy placentera y feliz. Los elementos se convierten en un todo; tema, objetos, modelos, colores, paleta, pinceles, lienzo y pintor. Todos en uno solo. Una sola cosa. Se entra en un mundo fluído, íntegro, abstracto de absorción total. Se Iogra una seguridad completa en lo que se está haciendo. Se requiere olvidarse de si mismo para no estar consciente de lo práctico y material.
Esta concentración absoluta puede dominar otros instintos materiales del ser humano. Por ejemplo, varios cientos de dibujos y pinturas de desnudos, que he realizado han sido de modelos en vivo. Estos, casi siempre son del sexo opuesto. La gente siente curiosidad por lo que el artista siente en esta situación. Las preguntas casi siempre nacen del desconocimiento sobre eI desligamiento que hace eI artista para poder trabajar. No es posible estar susceptible al líbido y a Ia musa al mismo tiempo y con la misma intensidad. Son dos personajes incompatibles. Cuando se está consciente de lo que se está haciendo no se puede lograr algo artístico que tenga un valor significativo. En cambio, con un estado empático no consciente Ia obra que resulta es inevitablemente significativa. Este proceso es maravilloso.
Hace años no era completamente así, trabajaba más lentamente y pasaba un trabajo terrible pues, conscientemente buscaba calidad en Ia exactitud y lo técnico. Tenía mucho problema tratando de “ver” eI concepto. Entonces me percaté que solo estaba repitiendo el conocimiento material aprendido sin tener mucho progreso hacia lo que no había aprendido. Estaba estancado. Tenía que desprenderme de ver lo material y olvidarme de lo objetivo. Me sentí frustrado y con temor a caer en lo falso y Ia mediocridad. Comencé a estudiar los pensamientos de los grandes maestros del pasado, especialmente los del siglo diez y siete hasta la primera mitad del siglo diez y nueve. Pintores como Caravaggio, Rubens y Rembrandt. Escudriñé sus pinturas en los museos y escritos biográficos hasta comprender y posteriormente generalizar sus conceptos. Después de cierta frustración en los intentos de integrar este conocimiento a mis obras, empecé a trabajar con un nuevo enfoque más etéreo y propio que me ha abierto caminos nuevos hacia Ia experimentación y satisfacción.
El proceso que antecedió para que pudiera “verlo todo a Ia vez” ocurrió de manera natural, nada ocurrió sin un evento precedido. Desde hacía algunos años me iba dando cuenta que cuando trabajaba más rápido y sin darme mucho tiempo a pensar, sacrificaba una porción de Io exacto y lo técnico, pero obtenía una mayor expresión y Iibertad de acción. Al principio, no confiaba en que este sacrificio fuera ventajoso pues, estaba muy apegado al cuidado material y temía descuidar todos mis años de estudio y práctica. Además, había visto las consecuencias de la pereza mental en artistas ya sucumbidos y confundidos por la llamada crisis del arte moderno. Pero con eI tiempo, el agobio y dolor de Ia repetición técnica material no me dejó otra salida que seguir eI camino de Ia experimentación con el fin de tener una mayor satisfacción. Fué asi, que comencé a valorar más y más Ia fuerza emocional que adquiere Ia obra cuando se trabaja espontáneamente sin cálculos ni segundas intenciones. Al mismo tiempo, ya podía apreciar las obras de artistas, grandes maestros del pasado que antes veía como farsantes y desilusionarme con Ia mera habilidad técnica. Toda mi visión cambiaba, supe que no solamente no iba a perder Ia experiencia anterior, sino que ésta era absolutamente necesaria, como base para Ia nueva etapa.
Es un mundo de experiencias personales. La teoría ayuda algo pero es Ia práctica Ia que sirve de agente catalítico para que realmente “vea” y sea yo mismo de manera íntegra.
Algo similar pero en menor grado me ha ocurrido en eI campo de Ia fitosofía occidental, Ia cual he estudiado por mí cuenta por muchos años. Esta, con el tiempo me resultó en un pensamiento material objetivo que obstacutizaba Ia vivencia total. Mi tendencia siempre fué hacia lo analítico, material, no dogmático y esto sirve muy bien en el plano práctico consciente pero entorpece ía comprensión de lo espiritual y lo artístico. Son estos conflictos los que ocupan aun hoy en día, mi mayor atención. Cuando verdaderamente se entiende uno de estos problemas ya se le tiene resuelto. Todo va ocurriendo a Ia vez, entendimiento, solución y ejecución. A veces uno cree que entiende, pero si no se puede ejecutar, sea lo que sea, en realidad no so entiende.
En mi asistencia a varias tertulias, reuniones y charlas sobre creatividad en algunos colegios y universidades aprendí que eI enfoque dado al tema es uno que siempre gira alrededor de lo científico material. Los informantes rara vez son artistas y sus informes contienen los mismos conceptos tradicionales que se limitan a una descripción “objetiva”, Ia cual no ayuda mucho a comprender to que es eI arte. El saber por ejemplo, sobre los descubrimientos científicos en el Instituto de Tecnología de California sobre el hemisferio derecho del cerebro y su relación con lo creativo es buena información. Pero este tipo de conocimiento es uno impersonal, “frío” que no requiere ningún arraigo en nuestra persona y esto en nada nos ayuda a adquirir el estado de ánimo o Ia sensibilidad correspondiente para poder crear. No se puede crear sin implicarse personalmente. La siguiente vivencia personal demuestra de manera clara este antagonismo. Muchas veces tengo que explicar verbalmente a un estudiante el razonamiento de algún concepto, al mismo tiempo que se lo demuestro en Ia práctica. A menudo, según penetro en la acción del trabajo, voy perdiendo eI control sobre lo que estoy diciendo y me quedo callado, a veces por varios minutos, en lo que “despierto” de Ia empatía con el trabajo. Esta es una experiencia normal de los artistas que también son profesores.
Contrariedades como ésta me fueron llevando con éxito a buscar más información y a conocer personas con contacto íntimo en mi misma línea de pensamiento. Es sumamente interesante saber que las palabras solo pueden ser comunicativas entre quienes comparten experiencias similares. Esto se puede constatar cuando alguien cuyo contacto con el arte o con artistas ha sido poco o ninguno, tiene la oportunidad de hablar informalmente con un grupo de artistas. A menudo siente que no entiende o que se habla de modo irracional porque las palabras que oye son “telegráficas” y están cargadas de vivencias personales extrañas a él o ella. Como éstas vivencias son comunes o similares entre artistas, resultan muy comunicativas entre ellos pero no así con otras personas. De aquí, Ia opinión generalizada que se tiene de los artistas como Iocos, quimeros y soñadores por porsonas ajenas al proceso creativo.
Las Ienguas que utilizan alfabetos y representan las experiencias usando largas filas de letras son notables por eI carácter lineal de su habla y pensamiento. La vida misma no procede de ésta manera lineal y dificultosa sino que se parece más a una visión perisférica que a una lineal. “Una fotografía vale más que mil palabras” dice eI refrán popular. Esto es así porque nuestros pensamientos no son lineales sino conjuntos y simultáneos. En este sentido, Ia filosofía de las culturas asiáticas nos lleva una leve ventaja porque sus signos escritos están un poco más cerca de Ia vida por ser esencialmente imágenes. Mis lecturas sobre el pensamiento Zen me han brindado muchas gratas manifestaciones de lo que ya había vivido en carne propia a través del arte.
Se pierde tanto tiempo en lo material y al fin y al cabo, este no pasa a formar parte íntegra de nuestro ser. La verdadera dificultad no está en aprender nuevas ideas sino en desaprender las ideas viejas para ser tan claro y transparente como un niño. El sistema de cosas creado por nosotros mismos nos engaña. Me acuerdo cuando éramos ninos, jugábamos con cosas improvisadas pues no teníamos los recursos materiales. Nuestra imaginación y creatividad era lo importante para lograr felicidad. Ahora ponemos tanto esfuerzo y dinero en cosas “ya hechas” que no requieren mucha imaginación ni creatividad, para que nuestros hijos sean felices. Nos parece saber muy bien que esto no hace un mejor ser humano pero no hacemos nada al respecto. Estamos atrapados. La realidad es que no lo entendemos y nos quedamos ignorantes.
En nuestro afán de competencia y ganancia material recurrimos a atraer Ia atención con ideas y cosas que son contraproducentes. Una de estas es Ia idea que tener más y mejores cosas nos hace más felices y que tenemos que tener estas cosas enseguida. Aunque creemos que sabemos que esto no es cierto, se nos hace sumamente dificil desaprender esta actitud por eI alto nivel de publicidad correspondiente a Ia que estamos expuestos a diario. Lo mismo que ocurre con eI consumerismo, también ocurre con actitudes sobre eI culto al sexo y a Ia violencia. Pensamos que entendemos eI problema y hacia donde debemos de dirigirnos para solucionarlo. Pero no es así porque no podemos ejecutar nuestros propios pensamientos. Me parece que este mismo dilema podría ser una de las causas principales de la ansiedad que muchas personas padecen.
Debemos comprometernos siempre con Ia educación artística pues esta provee Ia imaginación y creatividad para que el disfrute personal no dependa de cosas “ya hechas”. Apuntemos hacia actividades que requieran estas destrezas para que desarrollemos seres humanos felices que no dependan de cosas extemas a ellos mismos. Cuando verdaderamente entendamos esto, ya lo habremos llevado a cabo porque todo irá ocurriendo a Ia vez, entendimiento, solución y ejecución. Habremos desaprendido nuestras viejas actitudes y vencido nuestras ansiedades.
Cordialmente,
Alejandro DJ
alejandrodjr@gmail.com
www.alejandrodj.com