Aquí puedes encontrar ese tema que te estaba faltando

Búsqueda personalizada

Beniamino Gigli - por José Luis Pomi en Informe Uruguay


Muy pocos cantantes líricos han sido tan queridos por el público, como lo fue el tenor Beniamino Gigli, de quien el año próximo se cumplirán 120 años de su nacimiento.

Oriundo de Recanati, nació un 20 de Marzo de 1890, como el más ilustre de los tenores wagnerianos: Lauritz Melchior.

Gigli poseía una voz generosa, cálida y particularmente de gran belleza. Durante 41 años de brillante carrera artística, supo trasmitir un estilo de canto inconfundible, y absolutamente propio. Su mezza voce poseía una sonoridad impecable que transformaba la melodía en un canto mórbido y cautivante: cantaba con el corazón.

Su talento natural, su capacidad artística y su musicalidad, hicieron un intérprete vocal de relevante excelencia, y sin lugar a dudas, el cantante más famoso de su tiempo.

Mantuvo a igual que Caruso, una hegemonía en su cuerda: Basta recordar que su figura alternaba con tenores, tales como Aureliano Pértile, el tenor de Toscanini, Giacomo Lauri Volpi, Miguel Fleta, Hipolito Lázaro, Tito Schipa, Francesco Merli, Galliano Massini, etc., y en los últimos años de su carrera con Jussi Bjoerling, Giacinto Prandelli, Mario Fillipeschi, Mario del Monaco, Giuseppe di Stefano, Gianni Poggi, Ferruccio Tagliavini.

Estudió canto con el famoso barítono Antonio Cotogni, artista durante 30 años del Teatro Imperial de los Zares, y con el Mtro. Enrico Rosati, en la Academia de Santa Cecilia en Roma.

Contando sólo 15 años, interpretó su primer papel como soprano, el rol de Angelica, de la opereta “La fuga di Angelica” del compositor Alessandro Belli, en el Teatro Laura Rossi de Macerata.

Pero su debut profesional, fue en Octubre de 1914 en el Teatro Sociale de Rovigo, en el rol de Enzo de la ópera LA GIOCONDA..

A partir de esa fecha, los mas grandes Teatro Líricos del mundo, contaron con la presencia de Gigli. Su debut en la Scala de Milán, se realizó en 1918 con la ópera “MEFISTOFELES” bajo la dirección del Mtro. Arturo Toscanini.

En 1919 se lleva a cabo el debut sudamericano, en el Teatro Colón de Buenos Aires, interpretando a Cavaradossi de la ópera TOSCA, al lado de la famosísima soprano Claudia Muzio. El debut en el Metropolitan en Noviembre de 1920 coincide con la última actuación de Enrico Caruso.

Muerto el cantante napolitano, el 2 de agosto de 1921, Gigli escribió meses más tarde, una carta al New York Times frente a un editorial en que lo señalaban como el sucesor de Caruso. Decía. “creo que hablar de esto actualmente, o mencionar en cualquier forma un sucesor de Caruso, es un sacrilegio y una profanación de su memoria; implica violar una tumba sagrada para Italia, y para el mundo entero. Los esfuerzos de todos los artistas actuales tienden a reunir y preservar el legado artístico recibido del gran cantante, y todos deben luchar a este fin, no mediante un vano auto bombo, sino mediante el estudio tenaz encaminado a lograr el triunfo de la pureza y la belleza. Estas son las cosas por las cuales él luchó, y nosotros, por la gloria de nuestro arte, debemos seguir dignamente su ejemplo. No quiero ser un nuevo Caruso, quiero solamente ser Gigli”

Frente a esta declaración, decimos que la definición que establece su colega Giacomo Lauri Volpi en su libro Voces Paralelas, con respecto a Gigli, como ambicioso en ser más que Caruso, es totalmente arbitraria, egoísta y hasta burlona.

En 1922 cantó TOSCA con la soprano Geraldine Farrar, en su despedida de la escena de esta famosa cantante.

El 7 de diciembre de 1924 participó en un recordado recital que el Metropolitan organizó en memoria del gran compositor Giacomo Puccini.

En 1926, en ese mismo teatro tomó parte en el homenaje que se rindió al compositor Giuseppe Verdi, con motivo del 25º aniversario de su muerte.

El 24 de febrero de 1928 participó de la primera transmisión radiofónica de una ópera, desde el Metropolitan, con la representación de LA TRAVIATA junto a la soprano española Lucrecia Bori y el barítono Giuseppe de Luca.

Además de sus presentaciones en los grandes teatros, participó en recitales y conciertos en las mas prestigiosas salas musicales del mundo, como el ALBERTO HALL, SALLE PREYEL, CARNEGIE HALL, MASCHIO ANGIOINO de Nápoles, etc. como así también en el Palacio Quirinale y en la Casa Blanca.

Su generosidad le llevó a ofrecer recitales en hogares de ancianos y hospitales, donde ayudó en cierta forma en la recuperación de los enfermos, y muy especialmente a los lisiados de la guerra.

Beniamino Gigli, fue el primer cantante lírico, para el cual pudieron ser utilizados los medios masivos modernos de aquella época: el cine, la radio, el disco. A este especialmente le debemos la presencia viva de este ilustre cantante.

Sus cualidades magistrales fueron escuchadas durante 41 años, y quien lo ha escuchado en sus recitales de despedida en el Carnegie Hall en abril de 1955, o en Mayo del mismo año en Washington, quedaron sorprendidos por la frescura y por la fuerza dramática y expresiva, que seguía teniendo a pesar de sus 65 años.

De la crítica musical mundial, recibió los mejores elogios, con opiniones responsables y analíticas. Como homenaje a ellas, recordemos lo que decía el talento de don Cyro Scoseria el 23 de agosto de 1948 en el diario EL DIA de Uruguay, con motivo de su presentación en el Estudio Auditorio del Sodre de Montevideo: “Beniamino Gigli sigue siendo el gran tenor que ya conocíamos. Es una voz que se impone por la calidad de su timbre varonil y por el arte consumado del cantante de escuela, que suministra con maestría admirable en todo su registro. Cantó Gigli con brío hasta con acento juvenil sorprendente, toda la parte de Mario Cavaradossi y debió desde luego, bisar su “E lucevan le stelle,” que fraseó primero con deliciosa media voz y buen gusto, y luego a plena voz, arrancando vivas aclamaciones de la sala”

Recordemos también lo que decía el periodista y critico musical de dilatada trayectoria, etc. y Director Gral. y Artístico del Teatro Colon durante dos periodos, don Enzo Valenti Ferro:


“Sin duda Beniamino Gigli es el mas grande tenor italiano de este siglo, después de Caruso. Poseía una voz bellísima, extensa aunque no sin alguna limitación, homogénea, tersa; una técnica de primer orden que la experiencia, y en su momento la necesidad, fueron enriqueciendo gradualmente con recursos ad-hoc, y un intérprete vocal musical, inconfundible por su estilo: era y tenía un estilo de canto absolutamente propio. Un canto mórbido, con cautivantes modulaciones expresivas, uso de la mezza voce atractiva y genuina, y el uso frecuente del singhiozzo como recurso expresivo. Toscanini, sostenía que Gigli tenia una voz “con el sollozo a flor de piel” y esta fue la causa por la cual lo descartó como probable interprete del rol de Calaf en el estreno de TURANDOT que confió a Miguel Fleta”

No solo del público y de la crítica recibió distinciones, también los gobiernos de distintas naciones lo honraron con reconocidas condecoraciones, tales como:

Gran Cordón y Gran Oficial de San Mauricio y San Lázaro de Italia
Caballero de la Orden Isabel la Católica de España
Caballero de la Legión de Honor de Francia
Orden de San Gregorio Magno de la Santa Sede
Orden de Comendador de Dinamarca
Medalla Internacional de la Cruz Roja Internacional
Llaves de las ciudades de San Francisco, Filadelfia, Atlanta, Baltimore,
Cleveland, Ohio, Boston, Chicago, Montreal, Ottawa, Quebec

Su repertorio abarcó 60 óperas. Grabó la Messa de Requiem de Verdi y 7 óperas completas: AIDA – CAVALLERIA RUSTICANA – I PAGLIACCI – TOSCA – UN BALLO UN MASCHERA – MADAME BUTTERFLY – Y ANDREA CHENIER. Su discografía abarca mas de 360 grabaciones, entre arias, dúos, tercetos de óperas, canciones antiguas italianas, canzonettas, canciones españolas, alemanas, inglesas y brasileñas

Beniamino Gigli murió en Diciembre de 1957, en su Villa de Recanati, y con él desapareció un artista sobresaliente. Supo regalar la belleza de su voz y su técnica magistral, a los públicos del mundo, que le reclamaban; recibió de ellos la admiración y el afecto como premio a su grandeza, su estilo y a su entrega apasionada.

Su perseverancia, queda definida en el mensaje que en 1947 le manifestara en Módena, el famoso tenor LUCIANO PAVAROTTI, cuando tenía apenas 12 años. Pavarotti se hizo escuchar por Gigli, y le anunció el propósito de convertirse en tenor cuando fuere un hombre. Muy amable Gigli le dijo: “Bravo, bravo muchacho. Debes trabajar mucho, es una hermosa ambición” Pavarotti tratando de prolongar la conversación, le preguntó. “¿durante cuánto tiempo estudió usted?

A lo que Gigli le dijo.” Me acabas de escuchar. He concluido hoy, pero aun estoy estudiando”

Así recordamos a uno de los grandes cantantes líricos de todos los tiempos.

© José Luis Pomi para Informe Uruguay

Etiquetas