Entre la inspiración y el plagio
Durante muchos siglos la copia fue un sistema válido y aceptado en el mundo del arte.
La repetición de encargos basados en historias de temática bíblica o mitológica favorecía la creación y circulación de muestrarios iconográficos destinados a facilitar la representación, que debía adecuarse -más en unas épocas que en otras- a una cierta veracidad, o correspondencia.
Tan sólo debía respetarse una consigna implícita en la copia: el resultado debía superar al original.
Esto, que hoy día llamamos inspiración, nos resulta inaceptable por culpa de un concepto muy reciente y que no en todos los círculos es admitido sin lugar para la duda: la originalidad de la autoría.