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Amaneciendo contigo, frente al mar - de Alba Contardo


Me hablaste en este amanecer,

dispuse mis oídos para oírte,
sentía tu presencia entre nosotros,
con tu mano preciosa, nos ungiste.

Siete colores dándome tu luz

y tú hablándome en la madrugada
busqué en lo sencillo y lo perfecto,
y sobre mí , estuvo tu mirada.

Vi tu luz, tu transparencia,
ese sol, motivo de las horas,
mostrándome todo lo creativo,
sobre el mar, tan calmo, sin las olas.

Y si en cada color, tú me contestas

preguntas que no tenían aún respuesta,
me duermo entre los pliegues misteriosos,
y busco el origen de la meta.

Tu propósito es firme en nuestras vidas,
nos muestras un camino diferente,
tu reino, tu justicia, tu poder,
que te hacen un Dios omnipotente.

Es perfecto todo lo que tú haces,

y has hecho al hombre, a tu medida,
mas los velos mundanos han tapado,
la palabra que daba luz y vida.

La fuente de tus aguas, nos sonríe,
y tú vas procesando poco a poco,
es grande el desafío, en lo profético,
y es grande , lo que exiges , a tu modo.

Azul es el color, en tu presencia,

que marca con unción el territorio,
nos das autoridad , como tus hijos,
y actitud de entrega en un todo.

El verde, es un verde cristalino,
nos trae la esperanza de lo nuevo,
nos marca los niveles elevados,
que podemos alcanzar, con el “sí puedo”.

El blanco, que muestras desde el cielo,

nos refleja un reto diferente,
la conquista de tierras, en desierto,
fluyendo manantiales de tu fuente.

La mies amarilla, madurando,
formando cada día nueva vida,
el tiempo de las lágrimas, se acaba,
y el gozo del Señor, nos ilumina.

En medio de la mar, color del cielo,

celeste cobijando las gaviotas,
nos muestras los caminos liberados,
con alas de águila, no otras.

Las vides infinitas madurando,
sus lilas, cambiantes, refulgentes,
así serán los cambios en nosotros,
para vivir la vida, plenamente.

Y el rojo, de la sangre bien amada,

nos cubre y se hace transparente,
nos invita al amor, la gran entrega,
pues Jesús, nos dejó esa simiente.

Y vemos como el campo es arado,
y llega la siembra milagrosa,
cosechando los frutos a millares,
ungiendo la tierra venturosa.

Me has hablado en esta madrugada,

frente al mar, cual musa inspiradora,
mas yo sé, Padre mío, dulce Padre,
que es palabra de unción reveladora.

Gracias te doy, mi Padre de los cielos,
por esta madrugada de milagros,
llegaron tu lluvia y tu rocío,
y el poder maravilloso de tu manto.

Alba Contardo
Escritora, Poeta.

Agosto de 2010 – Primera Edición
http://conexion13.com.ar/web/seccion/palabra-de-vida/

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